Carlos Fabra, ex-presidente de la Diputación de Castellón, cuando conoció que había sido condenado a cuatro años de cárcel por otros tantos delitos de fraude fiscal, dijo que no le tiene miedo a la cárcel porque ya se afeita desde hace tiempo…, ¡enhorabuena! ¿Quién lo diría, no? Pero también reescribiendo aquel lema de "Hacienda somos todos" para dejarlo en su particular "a Hacienda defraudamos todos". No hombre, no. En eso se parece a algunos, pero es diferente a la inmensa mayoría. De lo que sí puede presumir de ser exclusivo es en decirles a sus nietos el día de la inauguración: "Mirad, el aeropuerto del abuelo". Le faltó añadir: "Sin aviones y sin poner ni uno de mi bolsillo que ya lo pondrán estos bobos".
Casi al unísono, Rodríguez Zapatero se suma al bombardeo pre-navideño de libros de memorias de los ex-presidentes del Gobierno. Aprovecha la coyuntura para entonar el mea culpa de no haber llamado crisis a la crisis que no nos ha dejado ni pasta para comprarnos su libro, ese que tiene como uno de sus ganchos el texto completo de una carta que le envió el Banco Central Europeo, sugiriendo duras reformas en el ámbito fiscal y laboral. Está bien que se lo guarde como presidente de todos los españoles y que ahora lo incluya en el citado libro que no regala, vende.
Las vergüenzas de un histórico sindicato como UGT quedan de manifiesto cuando se conoce, además de lo negado hasta la saciedad, que han gastado dinero público para autorregalarse bolsos, para más chufla, copiados a una firma española y fabricados en Asia. Esa broma sólo ya costó más de 80.000 euros.
Pim, pam, pum. Por todos los frentes. De todos los colores. No es un panorama halagüeño, no. Y sólo en una semana. Menos mal que la cerramos con la imagen del agradecimiento.
La ciudadanía se ha lanzado a la calle, porque no puede más que sentir agradecimiento a la aparición, ya era hora, de un político que ha conseguido aportarnos otra manera de hacer. Es única, no por algo en concreto, sino por todo en general. Accedió a la presidencia de la Generalitat sin ser votado por los valencianos para ostentar tan honorable cargo. Como no venía aprendido de casa, se ha formado para el cargo, con el dinero de todos, mientras ya lo ocupaba. Pero lo más importante, ha sido capaz de desmontar en sólo unos días lo que otros han intentado desmontar durante casi veinte años sin conseguirlo y, además, en su periodo de formación, sin haber esperado a que sus docentes le hayan dado las calificaciones con la anotación: 'progresa adecuadamente'. O, a lo mejor, ha querido hacer un trabajito extra por su cuenta y riesgo para ver si mejoraba nota al final del curso. Eso es voluntad y entrega.
Mira que llevamos años oyendo que si el impacto económico por aquí, que si el impacto económico por allá, que si los grandes eventos esto, que si los grandes fastos lo otro… Todo por situar a la Comunitat Valenciana a la cabeza de Europa.
Sois todos unos aprendices, ha tenido que llegar Alberto Fabra para conseguido en sólo unos días y sin despeinarse. Ahora mismo la clasificación europea está encabezada por la Comunitat Valenciana que él preside, empatada a puntos con Grecia. Somos los dos únicos que hemos sido capaces de cerrar una televisión pública. Hay que estar agradecidos por habernos situado, por fin, en el mapa. Pero sobre todo hay que estarle muy agradecidos por cómo ha sido el proceso y cómo lo ha hecho.
Ha desoído todas las voces que desde dentro de su mismo partido le decían que era un error.
Ha conseguido unir a una plantilla, la de RTVV, que estaba rota desde hace mucho tiempo.
Ha dado el mismo trato a grandes profesionales, profesionales, pseudoprofesionales, malos profesionales y estómagos agradecidos.
Ha conseguido que durante unos días ese engendro llamado Nou, inventado para ocultar las miserias del pasado, haya sido, por fin, el Canal 9 que todos nos merecemos.
Ha permitido que conozcamos, por fin, a verdaderos políticos de la oposición que son una luz de esperanza al final del túnel. Porque sin la manera de actuar de Alberto Fabra seguiríamos sin saber quién es Josep Moreno (PSPV) o Ignaci Blanco (EUPV). Los hemos conocido y sabemos que hay una posibilidad real de poder contar con personas que han decidido, sencillamente, volver a humanizar la clase política. Nada más humano que llorar como lo hizo Mireia Mollà (Compromís) cuando uno siente impotencia ante una injusticia social.
Ha tenido a bien que el mundo entero pudiera ver cómo se ejecuta a un medio de comunicación público. No era practicar una eutanasia porque, aunque el enfermo estaba muy enfermo, tenía todavía muchas vías para hacer que siguiera con vida. Por tanto, ha permitido que se pudiera retransmitir en directo un asesinato y con los agravantes de nocturnidad y alevosía. Y, peor aún, por las bravas y a la fuerza.
¿Cómo no vamos a estarle agradecidos por esa forma de actuar tan única? Nos ha permitido, en tan sólo unos días, lo que nos ha costado tanto tiempo volver a entender y es el convencimiento de que una sociedad que calla, muere. Por introducirnos en la Fabradimensión no podemos más que estarle eternamente agradecidos.
Las vergüenzas de un histórico sindicato como UGT quedan de manifiesto cuando se conoce, además de lo negado hasta la saciedad, que han gastado dinero público para autorregalarse bolsos, para más chufla, copiados a una firma española y fabricados en Asia. Esa broma sólo ya costó más de 80.000 euros.
Pim, pam, pum. Por todos los frentes. De todos los colores. No es un panorama halagüeño, no. Y sólo en una semana. Menos mal que la cerramos con la imagen del agradecimiento.
La ciudadanía se ha lanzado a la calle, porque no puede más que sentir agradecimiento a la aparición, ya era hora, de un político que ha conseguido aportarnos otra manera de hacer. Es única, no por algo en concreto, sino por todo en general. Accedió a la presidencia de la Generalitat sin ser votado por los valencianos para ostentar tan honorable cargo. Como no venía aprendido de casa, se ha formado para el cargo, con el dinero de todos, mientras ya lo ocupaba. Pero lo más importante, ha sido capaz de desmontar en sólo unos días lo que otros han intentado desmontar durante casi veinte años sin conseguirlo y, además, en su periodo de formación, sin haber esperado a que sus docentes le hayan dado las calificaciones con la anotación: 'progresa adecuadamente'. O, a lo mejor, ha querido hacer un trabajito extra por su cuenta y riesgo para ver si mejoraba nota al final del curso. Eso es voluntad y entrega.
Mira que llevamos años oyendo que si el impacto económico por aquí, que si el impacto económico por allá, que si los grandes eventos esto, que si los grandes fastos lo otro… Todo por situar a la Comunitat Valenciana a la cabeza de Europa.
Sois todos unos aprendices, ha tenido que llegar Alberto Fabra para conseguido en sólo unos días y sin despeinarse. Ahora mismo la clasificación europea está encabezada por la Comunitat Valenciana que él preside, empatada a puntos con Grecia. Somos los dos únicos que hemos sido capaces de cerrar una televisión pública. Hay que estar agradecidos por habernos situado, por fin, en el mapa. Pero sobre todo hay que estarle muy agradecidos por cómo ha sido el proceso y cómo lo ha hecho.
Ha desoído todas las voces que desde dentro de su mismo partido le decían que era un error.
Ha conseguido unir a una plantilla, la de RTVV, que estaba rota desde hace mucho tiempo.
Ha dado el mismo trato a grandes profesionales, profesionales, pseudoprofesionales, malos profesionales y estómagos agradecidos.
Ha conseguido que durante unos días ese engendro llamado Nou, inventado para ocultar las miserias del pasado, haya sido, por fin, el Canal 9 que todos nos merecemos.
Ha permitido que conozcamos, por fin, a verdaderos políticos de la oposición que son una luz de esperanza al final del túnel. Porque sin la manera de actuar de Alberto Fabra seguiríamos sin saber quién es Josep Moreno (PSPV) o Ignaci Blanco (EUPV). Los hemos conocido y sabemos que hay una posibilidad real de poder contar con personas que han decidido, sencillamente, volver a humanizar la clase política. Nada más humano que llorar como lo hizo Mireia Mollà (Compromís) cuando uno siente impotencia ante una injusticia social.
Ha tenido a bien que el mundo entero pudiera ver cómo se ejecuta a un medio de comunicación público. No era practicar una eutanasia porque, aunque el enfermo estaba muy enfermo, tenía todavía muchas vías para hacer que siguiera con vida. Por tanto, ha permitido que se pudiera retransmitir en directo un asesinato y con los agravantes de nocturnidad y alevosía. Y, peor aún, por las bravas y a la fuerza.
¿Cómo no vamos a estarle agradecidos por esa forma de actuar tan única? Nos ha permitido, en tan sólo unos días, lo que nos ha costado tanto tiempo volver a entender y es el convencimiento de que una sociedad que calla, muere. Por introducirnos en la Fabradimensión no podemos más que estarle eternamente agradecidos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario